Ya, volviendo para coger el vuelo a Catalunya, llegué a Bogotá el viernes al mediodía… Fui directo a la casa de Iván Torres, un cuentero excelente, profesor de la Facultad, politólogo (Licenciado en Ciencias Políticas, por si alguien no lo sabía). Luego de estar en su Asociación (Rayuela, donde trabajan especialmente en la memoria de los asesinados en Colombia, por pedir la averiguación de la verdad, y por recordar a los miles de víctimas de la violencia, de todos los bandos) les acompañé a una “acción”.
Voy con ellos a la Plaza Bolívar, que circundan el Congreso, la Alcaldía, el Obispado y el Palacio de Justicia (que fuera tomado por el M-19, en 1985 con 32 hombres, de los cuales 2 eran los jefes políticos máximos de la guerrilla y otros 4 eran abogados constitucionalistas, pues su idea era tomar a la Corte Suprema y hacer un juicio al gobierno). Calcularon mal una cosa. Al Ejército le en-can-tó que tuvieran allí a todos los senadores y juristas, puesto que algunos les estaban llevando juicios por torturas y desapariciones, y la Corte Suprema era bastante “progresista” en general. Y transcribo trocitos de una nota de prensa en cursiva. (Tanto la Corte Suprema como el Consejo de Estado estaban emitiendo fallos condenatorios contra las Fuerzas Armadas por casos de centenares de civiles y guerrilleros torturados y ejecutados extrajudicialmente).
… Entraron con tanques, a cañonazos (evidentemente, no pensaban en la vida de los rehenes…) y lanzallamas y mataron a todos los guerrilleros y a muchos magistrados, (11 magistrados de la Corte Suprema, tres magistrados auxiliares, 19 jueces) de lo que, evidentemente, culparon a la guerrilla… Un fuego devorador destruyó expedientes cruciales y muchas pruebas de lo ocurrido. Y la gente lo creyó… durante 20 años…
Pero la semana pasada (22 años después) se vio por TV un video en el que algunos de los senadores encontrados muertos (“ajusticiados por los guerrilleros de un tiro en la cabeza” salen vivos del Palacio, “salvados” por los militares y llevados a un lugar seguro… (Uno de los vídeos mostrado por Noticias Uno señala la hora en la que el magistrado Urán salió de la sede atacada: 14:17 del jueves 7 de noviembre, segundo día de la acción. Pero el viernes, el cadáver de Urán apareció dentro del Palacio y fue entregado a su esposa. El dictamen forense indicó que Urán ''murió por proyectil de 9 milímetros disparado sobre su cabeza a contacto'', es decir un tiro a quemarropa.
Urán llevaba el caso sobre torturas a una médica. Otro también “ajusticiado”, Gaona, había fallado en contra de una reforma judicial que disponía el juzgamiento de civiles por tribunales militares. Nueve años atrás fue asesinado en su oficina el abogado de derechos humanos que asesoraba a estas familias).
En fin. Ahora se reconstruyó el edificio y se llama como uno de otros “ajusticiados” por los “salvadores”. Frente a ese edificio, descargaron (descargamos) unos 300 ladrillos pintados de blanco, cada uno con el nombre de un muerto o desaparecido, mas una pancarta con nombres de varios indígenas asesinados, algunos curas de Comunidades de Paz que daban la misa en “idioma”, que estaba prohibido… (esto, pa’ que recuerden los catalanes). En fin. Comencé ayudando con los ladrillos, m´s concentrado en el esfuerzo físico que en el hecho. Pero al ir colocando esa cosa pesada con mis manos, ordenaditos como en un camposanto, cada uno con un nombre y una fecha, tomaba conciencia de que cada uno era una persona muerta, que había sentido el terror de morir, el sufrimiento previo, el dolor… Apareció una Sra. y se puso a rezar en voz alta. Entre los ladrillos había guerrilleros, indígenas, niños, militares. La idea es que todos los muertos son víctimas, cosa que a veces les trae algún problema con alguna gente, que cree que no hay que recordar a los muertos del otro bando, que creen en la venganza y en la justicia no igualitaria… Pero ellos los ponen todos, y eso hace que se aleje alguna gente, pero que se acerque mucha gente. Hace poco ocuparon la Avenida 7ª con 4.000 ladrillos-tumba y 4.000 mujeres velando a cada uno de ellos…
Hicieron luego un concierto de música hindú, con una cantante muy buena y un “sitarista” (tocaba sitar hindú) muy voluntarioso pero muy poco “resultoso”. Luego, se leyeron poesías, que fue el momento que eligió casi todo el público para huir suavemente. El poco público que se quedó ayudó a cargar los ladrillos en la camioneta (afortunadamente). Hacía un frío importante, y yo venía del Caribe…
Ese momento de los ladrillos significó todo un día de trabajo de 4 personas, que no cobran por hacerlo… pagan su gasolina, su comida… Simplemente lo hacen porque creen que deben… Y el domingo lo iban a hacer en un barrio donde “están matando a muchos chicos” (los paramilitares matan a varios y luego ofrecen “protección”… cobrando, es claro…) Y el lunes iban a una ciudad a dos horas de Bogotá. Carga y descarga. Y gástate tu dinero…Y juégate la vida…
No saco conclusiones públicas de todo esto. Cada uno puede pensar las suyas. Aquí hablo de las mentiras y crueldades de unos, pero también están las de los otros… Por eso es tan importante que los recordados sean “todos”.
Claro está que este relato en pocas líneas no puede dar una idea de lo que he ido viviendo en estos casi 40 días en Colombia. Pero no me extraña que se le de tanta importancia a los Festivales de Palabras… La Palabra, a veces, es un área de salvación racional contra la acción irracional.
TRIO-ORGÍA
Por la noche, me quedé en la casa de Iván, y dormí en el suelo de su despacho, bien cómodo, en una colchoneta (pues también tiene alojados a un futuro matrimonio de amigos en la habitación de huéspedes). Y fue una de las noches mas maravillosas, orgiásticas y tiernas de mi estada Colombia.
Tienen dos gatitos, uno blanco y uno negro, de menos de un año ambos, y cuando me acosté, aparecieron por mi cama-suelo ronroneando como locos, y así se me pasaron no sé cuantas horas, con un gato blanco y uno negro con las cabecitas apoyadas en mi hombro, ronroneando como camiones… Me acordé de mi gato Américo y sentí que era una despedida tierna y dulce de un país tan especial…
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